¿Existe la Ley Natural?

Ley Natural

¿Tenemos todos algo en común?

Las personas humanas vivimos en el marco de un conjunto de normas y leyes. Muchas de éstas las compartimos con otros seres y no podemos hacer otra cosa sino obedecerlas. No podemos, por ejemplo, no someternos a la ley de la gravedad. Tampoco podemos no someternos a las leyes biológicas de nuestro organismo. Estos son tipos de códigos, de normas, que todas las personas tenemos en común, por ser cuerpos y por ser vivientes.

Pasemos ahora a lo que es propiamente la actuación humana. Observamos, con frecuencia, que algunos discuten entre sí. Y dentro de una discusión, es común que los "airados contendientes" digan (griten) cosas como: "¡No tienes palabra!", o "¡Yo llegué primero!", "¡Ojalá que nadie te haga lo que me has hecho!"

Es muy importante darnos cuenta que quien dice estas frases no sólo se está quejando de la conducta del otro que le perjudica; parece referirse también a algún tipo de norma que su compañero conoce, pero que no ha cumplido...: "Primero en tiempo, primero en derecho"; "lo que se promete se cumple"; "no hay que pensar sólo en el propio interés, olvidando los de los demás". Y quien se defiende, generalmente, replica, no negando la existencia de dichas normas, sino tratando de demostrar que no ha obrado mal o que por una circunstancia u otra ese comportamiento es justificable.

Todo parece sugerir que los "protagonistas" en una discusión tienen en la mente reglas de conducta en las que coinciden. Si no las tuvieran podrían pelear como animales, pero no discutir como personas. Discutir es tratar de demostrar que el otro se equivoca. Y no tendría ningún sentido tratar de demostrarlo si no existiese algún punto de referencia, externo a los dos interlocutores, sobre lo que objetivamente está bien o está mal.

Pero olvidemos eso de las discusiones y pasemos a nosotros, a nuestra propia conducta, al examen que debemos "o deberíamos" hacer de nuestro propio comportamiento y que no nos lo planteamos cuando justificamos conductas injustificables...: "Mentí en aquel negocio, pero andaba tan agobiado... además, todos hacen eso..."; "Prometí visitar a mi primo, pero no podía suponer que me surgieran tantas cosas, justo para hoy..."; "Es cierto que me enfadé ayer con mi hijo, pero llegué tan cansado a casa".

Este tipo de "reflexiones" personales nos llevan a tres conclusiones: a) sabíamos que debiéramos habernos comportado de una cierta forma (de nuevo aparece este código de conducta); b) no nos portamos de acuerdo con ese código; y por último, c) tratamos de justificar nuestro incumplimiento elaborando argumentos que, dadas las circunstancias, puedan eximirnos de nuestra responsabilidad o, por lo menos, atenuarla.

Ley natural y derechos humanos

Pensemos un poco. Si no existiera un código de comportamiento en que las personas coincidimos, ¿qué sentido tendría, por ejemplo, la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas? ¿Qué sentido tendría afirmar que no es humano el incumplimiento de sus treinta artículos si sus destinatarios, todos los seres humanos, no tuvieran alguna idea de lo que objetivamente está bien o mal?

¿Y quiénes no cumplen con las exigencias de esa declaración? Sencillamente no lo cumplen porque no quieren. Si ese cumplimiento les resultara imposible no tendría ningún sentido reclamárselo.

Esto nos lleva a algo muy sencillo pero muchas veces olvidado: todos conocemos un código al que sabemos que debe ajustarse nuestra conducta. Todos dejamos frecuentemente de cumplirlo. Esta doble afirmación es la base, el fundamento, el cimiento de la comprensión de nuestro propio ser y del mundo en que vivimos.

La ley natural...

¿Qué es, entonces, este "código" propio de la persona humana? Pues es el llamado ley de la naturaleza humana o ley natural. Natural en cuanto que cualquier persona la conoce sin que nadie se la enseñe. La trae impresa en su conciencia. La descubre a medida que va madurando, partiendo de su principio fundamental: "haz el bien y evita el mal". Ahora esto que digo no excluye la posibilidad de que algunas personas o grupos de personas la desconozcan. Exactamente igual que se puede afirmar que las personas son capaces de distinguir los colores, aunque los daltónicos no pueden hacerlo.

Este código de conducta o ley natural existe con independencia de las preferencias y opiniones personales. Las personas pueden equivocarse sobre su contenido y aplicación, pero no por ello su existencia es menos real...

Igual nos podemos equivocar al sumar, pero no por ello deja de existir la tabla de sumar o debe cambiarse como consecuencia de esos errores.

Este código es un código ético, un código moral. Moral y ética son palabras de raíz latina y griega que significan costumbres, comportamiento. No es, pues, resultado de una invención humana. No lo inventamos, lo encontramos.

¿Cambia la ley natural?

El planteamiento al que me acabo de referir se critica argumentando que épocas históricas o sociedades distintas han tenido o tienen códigos de comportamiento diferentes. Cierto. Pero su semejanza sobre las ideas básicas sorprende más que sus diferencias. Pensemos por ejemplo en una sociedad cuyas normas fueran: "Nadie tiene derecho a la vida"; "Cualquiera puede ser sometido a tratos inhumanos"; "Nadie tiene deberes respecto a la comunidad", etc. Esta sociedad sería rechazada por ser antinatural.

La ley natural no cambia, lo que sucede es que el hombre progresa en su conocimiento. Por eso, el género humano ha evolucionado desde los sacrificios humanos y la antropofagia hasta el respeto a la persona humana desde el momento de la concepción, pasando por la esclavitud, la hoguera, la guillotina, etc. No ha cambiado el código moral: simplemente ha progresado nuestro conocimiento de la naturaleza.

Algunos tienden a hablar de la ley natural como algo superado, un regreso "estéril" al pasado, algo viejo, sin sentido. El criterio de actuación no debe ser la novedad o antigüedad de algo, sino: ¿es o no verdad?... Y nada más.

El derecho y la ley natural.

En el ámbito jurídico todo esto es fundamental. No se puede negar la ley natural. Hay que dejar claro, como ya vimos anteriormente, que la validez objetiva de este código es ahistórica, supra histórica: de la misma manera que la ley de la gravedad no empezó a ser tal cuando la descubrió Newton, sino mucho antes, pues siempre hubo cuerpos sometidos a ella... ¿Y las leyes positivas? Es sencillo, se trata de aplicar esa ley natural (permanente) a circunstancias concretas de tiempo y lugar.

Ahora bien, ¿de dónde le viene la invariabilidad a estos principios? Les viene de que están anclados en la naturaleza humana inmutable a la que se refiere todo lo jurídico, pues el derecho existe por el hombre y para el hombre.

Sólo una naturaleza humana inmutable puede ser fuente de valores absolutos (vida, libertad, etc.) De aquí sale una pregunta lógica: ¿cómo puede el hombre, limitado, relativo, ser fuente de valores absolutos? Simple, si se tiene un valor absoluto es porque hay un Absoluto, Infinito, sin restricción: Dios. No cabe un auténtico Derecho Natural si hay vergüenza de apelar a Dios. Una cultura del hombre no se puede quedar en un simple humanismo, encerrado en el propio hombre, pues este hombre está abierto a lo que lo desborda... Dios. Estos valores absolutos no tienen, pues, en el hombre su base, sino en ese Absoluto, Dios.

Nosotros, estudiantes de Derecho, no podemos seguir en el error del positivismo jurídico. Las leyes no son leyes sólo porque las cree el Estado o el organismo encargado para ello. Todo eso facilita leyes injustas y absurdas. Una ley es ley por ser una ordenación en orden al bien común, como bien decía Tomás de Aquino, y esas leyes se descubren, no se inventan. Existe el Derecho porque el hombre necesita de justicia, y la justicia en Guatemala (y en casi toda Latinoamérica) ha dejado de existir desde hace mucho tiempo por culpa de dicho positivismo.

No nos podemos quedar con los brazos cruzados, lamentando la actual situación, agravada por un formalismo espantoso. Debemos hacer renacer la justicia, siendo nosotros verdaderos abogados, ¡no puros técnicos en leyes!, y procurando un sistema legal que acabe con el positivismo y las maniobras de los legisladores. Esto, con leyes estables, generales, que sigan una ley natural objetiva, inmutable: esa ley con principios invariables que se pueden aplicar a las variables circunstancias de lugar y de tiempo. ¡No sigamos con la farsa del positivismo jurídico!.

Juan José Alcerro Milla (1992), UNIVERSIDAD FRANCISCO MARROQUÍN - REVISTA DE LA FACULTAD DE DERECHO, Año II, N° 3, Segunda época, estudiante de Derecho, UFM.

Fuente: http://archive.org/details/revistadelafacu03univgua

REFLEXIONES FINALES:

Existen también leyes UNIVERSALES que intervienen o afectan no solo la ley natural sino todos los planos energéticos existentes, incluido el plano físico y que parte de esas leyes las tenemos escrita en nuestro ADN; así la neguemos o digamos que no las conocemos, violándolas consciente o inconscientemente van a producir desequilibrio en nosotros, en nuestro entorno, en la sociedad, en la humanidad y hasta en el UNIVERSO.

Ejemplo de leyes que no se deben cambiar: 

https://miguelscalab.blogspot.com/2021/01/matrimonio.html


***Colabórame con un pequeño comentario para que la entrada se posicione en los buscadores***

No hay comentarios:

Publicar un comentario

***Advertencia: ésta publicación puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar la autoría, como fuente de la misma incluya la URL:
https://miguelscala.blogspot.com/ y el aviso de Derechos de Autor © Miguel Scala***

Entrada destacada

Comer en Familia

       Es tradición, en muchos países de Latinoamérica que algunas celebraciones se festejen con una sena en familia, es por ello que he que...